sábado, 14 de agosto de 2021

Simbelmynë




Qué duro, qué amargo recuerdo
quédome de aquella desgracia…
si a solas en ella medito,
aún suelen saltarme las lágrimas!

La agonía del Bardo, Julio Sesto


 Decidí titular así esta entrada, porque se relaciona directamente con lo que a continuación  les voy a relatar, es algo muy doloroso para mi y pero espero que si alguien lee esto algún día, sepa que que la vida sigue y hay que aprender a vivir con ello...

Fue un sábado previo al 10 de mayo del 2016, me levanté con una extraña sensación en el pecho, algo que oprimía mi garganta y amenazaba con ahogarme. La sensación de llanto acudía a mi sin explicación alguna y de repente tenía escalofríos en las piernas, sudor frío en las manos y un nudo en el estomago. Considerando que cuando nació mi primogénito atravesé por la tristeza post parto, pensé que probablemente estaba teniendo una recaída. Sin embargo, esto era diferente...me dolía respirar...

A las nueve de la mañana, llegué como siempre a casa de mi madre, que estaba enseguida de las oficinas donde trabajaba, ahí le comenté mi sensación extraña y ella comentó que también se sentía pesada. Me preguntó que si había visto la camioneta de mi hermano, le comenté que no, que lo último que sabía es que se le había descompuesto en Agua Prieta. Le marcamos y su teléfono estaba apagado, cosa que no nos sorprendió puesto que tenia esa costumbre, así que seguimos el día un tanto intranquilas. Mas tarde llegó mi hermana hecha un mar de llanto porque había peleado con su suegro, pero según ella el altercado no fue para tanto, sin embargo, se sentía devastada. Y así se pasó el sábado, siendo un día nefasto, me molestaba que me timbrara el teléfono y  tener que contestarles a los trabajadores para darles sus  viáticos, por mi mente pasaron palabras como ya estoy harta y los odio a todos. Y por fin terminó el día.

E inició el domingo, no mejor que el día anterior, ese día las polvaredas estuvieron al 100 y por consiguiente el día fue también un tanto opresivo. Mi madre me llamó para saber si veía la camioneta de mi hermano en su casa y no, nada. Siguió avanzando el día, hicimos llamadas telefónicas a nuestros operadores a ver si alguno lo había visto en la carretera... y nada. Por mi mente pasó la opción que estuviera en la cárcel y que hasta el lunes lo dejarían comunicarse con nosotros. Sin embargo, la sensación de opresión en el pecho no desaparecía. Esa noche, le marqué a mi esposo que venía de Monterrey a Parral, que no sabíamos nada de mi hermano, que mi madre estaba muy preocupada y que me las pagaría el muy canijo por no contestar el teléfono.

Y se llegó el lunes, mi padre había vuelto de Culiacán por Durango, le preguntamos que qué sabía de mi hermano, él lo había visto por última vez en Hermosillo el viernes, y había rechazado su ofrecimiento de venirse juntos de allá. Así que cada quien había tomado rumbo diferente. Aun recuerdo sus palabras de: Pero no se preocupen, yo ya hice esto antes, eso de desaparecer sin avisarle a nadie...La opresión en mi pecho se agudizó, eran las 11:50 del día.

Antes de irme a mi casa mi madre me preguntó, si tu hermano hubiera tenido un accidente como lo sabríamos y yo contesté: Por las placas de la camioneta, por lo general en los accidentes ponen las placas de los vehículos involucrados. Y así, salí de casa de mi madre, entonces me llegó una llamada:

Vero: Pandora, donde está?

Yo: En casa de mi madre, en qué puedo ayudarle Vero.

Vero: Como ve si nos vemos en su casa, tengo algo que decirle.


Y con ese breve dialogo, emprendí mi camino... 2 minutos mas tarde otra llamada:

Vero: Pandora ya voy rumbo a su casa, pero Horokeu tuvo un accidente...en su casa hablamos.

Y colgó, sin darme oportunidad de preguntar algo mas...mis manos se pusieron frías, un escalofrío me recorrió las piernas mientras en mi mente comenzaba a pensar: un accidente... necesitará sangre.. un trasplante.... un momento no me dijo si Horokeu está bien....no me dijo si él está bien.... el aire me faltaba...

Llegue a mi casa, traía a mi  hijo entre mis brazos, sentía que las fuerzas se me iban acabando. Le marqué a mi esposo, para preguntarle dónde estaba y para decirle que Horokeu había tenido un accidente, que Vero venía a la casa, que no fuera a decir en el Taller. Colgué y fue en ese momento que en entró otra llamada, era de mi hermana menor:

Yo: Bueno....

Titìa: ¡ESTÁ MUERTO!!!!!

Yo: Qué?! ¿Quién?

Titìa: ¡ESTÁ MUERTO!!!!!

Y colgó

No se si pasaron segundos o minutos... Ese instante fue eterno... las palabras entraban en mi cabeza, destruyendo todo a su paso, destruyendo mi razón para solo dejar ese instinto primitivo de gritar ...y grité como nunca lo había hecho mientras el dolor se desbordaba de mi pecho y ahí en medio de la confusión lloraba mi hijo, a quien yo había asustado con ese alarido de dolor.... Le marqué de regreso a mi esposo y solo pude decirle "¡¡¡Está muerto!!, ¡¡ven ya a la casa!!... yo no puedo ... yo no..." y le colgué...

Minutos después llegó Vero, cuando abrí el barandal de mi casa y vio mi expresión sólo pudo decirme: Murió instantáneamente ... no sufrió...

Y así dio inicio una pesadilla que aun no termina... Esta experiencia me cambió totalmente, cambió a mi familia y permitió que muchos se aprovecharan de nuestro dolor.  Ya no tengo fuerzas para proseguir  describiendo los servicios fúnebres. Sin embargo, seguiré hablando un poco mas de este tema, porque  quizás muchas personas estén pasando por una pérdida por el COVID o accidentes como fue este caso, porque a veces uno necesita leer lo que hizo alguien mas para salir de un proceso de duelo, para saber que hacer cuando te ahogas en el dolor. 

Les dejo esta imagen, porque cuando vi la película en mi tierna adolescencia el corazón se me hizo nudo y lloré en esa escena, sin imaginar que mas de 10 años después vería como mis padres se derrumbaban frente a un féretro, con el cuerpo de su hijo. 






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